tú, sonrieme!

Y fue así. Sin más su mirada se cruzó con la mía y note pararse el tiempo. Un escalofrío recorrió cada parte de mi cuerpo, dejando una sonrisa en mi cara. Note como cada suspiro giraba en torno a el, y aquella sensación me hacia cada vez mas feliz y estupida. Joder. Siempre fui a mi bola, nunca me importaba los chicos, nunca e querido enamorarme, ya se su final, y no me agrada la idea. Pero… ¿y ahora? Ahora nada, basta de pensar tonterías.

Y hay esta el, como si nada. El y sus ojos. Sus ojos negros intensos, su sonrisa perfecta. Otra vez ese escalofrío, y me mira. Y me hice débil y frágil otra vez. Se acerca, se acerca, y oigo como mi corazón late más y más, empiezo a ponerme nerviosa y a sudar.

Y si… Así sin más supe que me enamoré. Si hablarle, sin tocarle, su vida se unió ala mía con una simple mirada de aquellos ojos negros intensos.

Le odias.
Odias que no se peine, que siempre tenga esos pelos alborotados, le odias por pelearse contigo mil veces, y aun más lo odias cuando ni siquiera te llama. Odias que te diga que eres lo mejor de su vida, y que daría la vida por ti. Odias que te corrija, y que siempre sea el el que dice te quiero antes. Odias por encima de todo que te haga llorar, y que te haga reír ala vez. Odias que no se acuerde de ti, Odias profundamente que te hable de ellas, y que encima te diga celosa. Que te pique, que te haga cosquillas. Y odias que todo sea perfecto cuando estas con el, odias lo estupida que eres por su culpa, lo sudnormal que puedes llegar a ser. Odias su colonia, sus manos, su ropa, sus besos, y todo el veneno que te da.
Lo odias con todas tus fuerzas, pero aun así más odias saber que no lo puedes odiar, porque el muy traicionero es un estupido encantador.

Laura lalala